Desarrollo y Nuevas Alternativas

Mesa Redonda

Desarrollos y Nuevas Alternativas

Lima, 15 de junio de 2017

 

La última mesa contó con la participación de Eduardo Gudynas del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES) de Uruguay, José De Echave de CooperAcción, Francisco Rhon del Centro Andino de Acción Popular (CAAP) de Ecuador y Gladis Vila de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP), quienes coincidieron en que es necesario que se debatan y apliquen nuevas políticas y nuevos desarrollos para evitar que los estragos del cambio climático continúen poniendo en peligro al país. Esta actividad se realizó gracias al apoyo de Oxfam, la Fundación Mott y la Fundación Friedrich Ebert.

Para Gladis Vila de ONAMIAP, cuando se habla de desarrollo para los pueblos indígenas es un tema complicado porque para el Gobierno el tema desarrollo está relacionado con el dinero, el ingreso per cápita, mientras que para los pueblos, este tema está relacionado con tener garantizado su territorio, el agua y los bosques. El modelo de desarrollo como se conoce en la actualidad está sobrepuesto al tema de concesiones mineras o petroleras, que generan conflictos sociales.
 
“Como no hay un dialogo con el Estado, las comunidades protestan y muchas veces se agudiza el conflicto. Si hablamos de Las Bambas, La Oroya o las empresas petroleras en la Amazonía, vemos que estos proyectos han generado muchos cambios en las comunidades indígenas y campesinas, sobre todo en las mujeres, ya que somos nosotras quienes asumimos una mayor responsabilidad en la casa y con nuestras familias. Los campamentos mineros traen cambios, se instalan cantinas, vienen personas foráneas que no respetan la vida común de las comunidades”, enfatizó.
 
Desde ONAMIAP, dijo, se plantea una alternativa distinta, lo que se quiere es construir y reafirmar el tema del vivir bien, que no tiene que ver en mayores ingresos económicos sino en cómo lograr un equilibro entre las comunidades y el territorio. Lamentablemente el Estado no tiene esa mirada y divide el tema, a diferencia de los pueblos que lo ven todo como integral y respeto a la madre tierra. El Estado solo piensa en incrementar el ingreso económico pero a costa de un desarrollo que no mira las potencialidades de las comunidades.
 
Cuando hay conflictos se instalan mesas de diálogo, pero no incluyen a las mujeres, pese a que la preocupación es mayor, en ese sentido, se debe garantizar la participación de las mujeres en todos los espacios de discusión y toma de decisiones. Frente a ello, ONAMIAP plantea garantizar la titulación o seguridad jurídica de los territorios, plantea que se genere, de parte del Estado y organizaciones indígenas, una recuperación de los conocimientos ancestrales, que son los únicos elementos con los que contamos para enfrentar el cambio climático, así como seguir ampliando una producción ecológica.
 
“Si queremos encontrar una alternativa frente a este modelo de desarrollo, que ya no da para más en el país, hay que incorporar el enfoque intercultural, somos un país diverso, con más de 54 pueblos indígenas según el Ministerio de Cultura, y 85 según la CEPAL, debemos tener distintos modelos de desarrollo según cada lengua, cada territorio, cada cultura”, finalizó. 
 
José De Echave de CooperAcción precisó que se debe discutir cómo se están construyendo los relatos sobre lo que está pasando en los países en torno a los temas vinculados a las actividades extractivas y la afectación de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales en nuestros territorios.
 
Sostuvo que 10 años atrás, el Perú estaba en el pico del famoso súper ciclo de los commodities, donde las cotizaciones de los minerales, sobre todo del cobre, comenzaron a recuperarse, superando la barrera de los 3 dólares, con un crecimiento sostenido y una expansión de territorios e inversiones a nivel nacional. “El 2007 fue el año pico de la expansión de las actividades extractivas”, enfatizó.
 
“La discusión en torno a los temas extractivos comenzó a consolidarse como tema relevante. Habían dos momentos importantes, crecimiento acompañado de una enorme conflictividad social, resistencia de derechos y cuestionamientos a las políticas públicas. Dentro de ese escenario calzó perfecto el debate de las transiciones y el debate en torno al famoso impuesto a la sobre ganancia minera”, dijo De Echave.   
 
Añadió que el llamado boom del crecimiento económico que anunció el gobierno no es tal, las cifras lo demuestran, lo que ha ocurrido, es lo que siempre ocurre a lo largo de los años, mejoran los términos de intercambio y entremos a un proceso de crecimiento. Esta narrativa nos demuestra que en el Perú hay un milagro económico y por lo tanto cualquier cosa que modifique las políticas económicas es un atentado terrorista como los antimineros que se convierten prácticamente en unos terroristas mineros. “La otra narrativa cuestionable es que se acabó el boom económico, por lo tanto, se acabó el milagro peruano por las políticas internas que estancan los proyectos, la burocracia estatal y los excesivos trámites. Ante ello anuncian paquetes para destrabar los trámites y destrabar las regulaciones ambientales. Este escenario nos obliga a tener un reto enorme para ver cómo construimos políticas públicas que permitan aterrizar en un escenario de propuestas de transiciones”, puntualizó.
 
Francisco Rhon, de la CAAP de Ecuador, sostuvo que las cifras que se presentan sobre el alto precio de los minerales son similares en Ecuador y Perú, pero ¿cómo, dónde, de qué manera se constituyen los precios, quién los domina, acaso cuatro señores en Londres?, realmente podemos explicar esto, ¿qué está detrás de la construcción y estructura de los precios?, se preguntó, al contar que dos pensadores chilenos, Alejandro Perfini y Rodrigo Mena, publicaron un artículo en la revista Perfiles de México, donde explicaban que se estaría en una permanente oligarquización y extractivismo, en la que perdíamos toda capacidad de protesta.
 
“El 78% de las exportaciones ecuatorianas son primarias, es decir, petróleo, pescado y plátano. Las exportaciones de petróleo y plátano compiten sobre cual da mayores recursos para la balanza comercial, pero también ambas tienen las mismas consecuencias en daños a la salud, incluso la pesca, que proviene de piscinas artificiales, donde no se pesca sino se cultiva”, añadió.
 
Rhon sostuvo que estas actividades extractivas son modelos oligárquicos, rentistas, los Estados son rentistas como cualquier empresario privado, con la única diferencia que es monopólico, a partir de la experiencia ecuatoriana esto es bastante entendible. “Nos encontramos con un país que tiene un déficit fiscal de 7.8% del PIB, una deuda externa enorme del 50% del PBI Bruto, después de haber tenido altos ingresos por la venta del petróleo a 85 dólares el barril, en el año 2014 empieza a descender hasta colocarse en 40 hasta 45 dólares, esto llevó a Ecuador a obtener, durante 10 años, 285 mil millones de dólares pero con un déficit fiscal alto. ¿Qué pasó, acaso fue la corrupción lo que ocasionó esto?, se preguntó.
 
La Constitución del 2008, reconoce los derechos de la naturaleza mucho antes que la Constitución boliviana. También reconoce el cuidado de las fuentes de agua en todo el cauce de la cuenca y permite demandar a cualquier persona o empresa, en este caso minera, por un mal uso de la cuenca. “Por ejemplo en Yasuní existe petróleo pero también existe el mismo cuento de que sin desarrollo y sin petróleo no vamos a poder vivir y se olvidan de preservar la biodiversidad que es fundamental. Hay 600 mil personas, principalmente colectivos de jóvenes que protestan para proteger Yasuní, amparados en la idea del buen vivir y los derechos de la naturaleza, consagrados en la Constitución ecuatoriana. La población ha entendido y ha ratificado la importancia del buen vivir, de los derechos de la naturaleza y de la economía popular y solidaria, que son fundamentales para ordenar la vida de otra manera.     
 
Eduardo Gudynas de CLAES, dice que el extractivismo es uno de los componentes básicos de las estrategias de desarrollo en los países sudamericanos, con diferentes modalidades y énfasis, que implica una subordinación hacia condiciones de los mercados globales, frente a las alzas o bajas de los precios en el mercado. 
 
Dijo que explorar alternativas no es fácil porque choca con muchos problemas. Si uno examina el panorama de las discusiones en América del Sur, uno encuentra que en los países que tienen gobiernos conservadores como Chile, Colombia y Perú la tendencia es asumir que las alternativas al extractivismo son semejantes a los países con gobiernos progresistas. Por lo general, se plantea pasar a un primer plano donde el Estado tenga mayor control sobre el manejo de los recursos naturales con diferentes énfasis. En otros países, las estrategias extractivistas son distintas pero los impactos sociales, ambientales y territoriales son análogos. Las alternativas que debemos explorar para los extractivismos, incluyen recuperar la autonomía frente a las condiciones globales. Las alternativas también son claves porque hay una condición de urgencia, los efectos ambientales a escala de América del Sur son enormes y hay una urgencia de abordar los impactos nacionales.
 
“Nosotros nos movemos al van y ven de la subida y bajada de los mercados internacionales, pero si tenemos una crisis ambiental no podemos seguir moviéndonos así, lo más inteligente es explorar alternativas ahora y no esperar que venga el colapso. Lamentablemente muchos sectores de la sociedad, desde académicos hasta políticos, tienen miedo de abordar esta situación, a pesar de ser insostenible”, enfatizó. 
 
La discusión presenta nuevas alternativas, hay que desmontar la narrativa que sostiene q el extractivismo es una industria. Es un error hablar de industrias extractivas porque con el extractivismo se pierde el patrimonio, se cuantifica por el objeto final, pero nadie cuantifica los costos sociales y ambientales que ello genera, es falso decir que los países necesitan de la actividad extractiva para generar ingresos, porque casi todas las exportaciones son subsidiadas por el Estado. Los extractivismos también requieren una reforma del Estado, que incluyan la recuperación de los derechos.